Oscar Alejandro Sánchez Medina.
Nicolás Maquiavelo, pensador e historiador, nació en el año 1469 en
Florencia, redactó su máxima obra El Príncipe en 1532; obra que
inmortalizó al autor y que dedica a Lorenzo de Medici. La misma trata sobre
las estrategias y cualidades que debe poner en práctica un
príncipe para la conservación del poder.
Este libro aborda las distintas formas de obtener
el poder, de cómo conservarlo y acrecentarlo, bajo una ética muy particular,
contraria a la ética que nos inculcaron desde niños: sobre el respeto, la
mesura, el equilibrio y que tiene como bien superior la felicidad. Maquiavelo
considera correcto de una manera diametralmente opuesta: la violencia, la
maldad, la ambición y el engaño. Propone una ética pragmática, fría, más que un
ideal, un día a día, expresada en su máxima “El fin justifica los medios”; es decir,
no importa cómo se logre mientras que se logre.
La idea de Maquiavelo que prevaleció es que un
gobernante debe ser inflexible ante todo para preservar el bien del Estado,
aunque sea a costa de una conducta moralmente indigna. Establece la necesidad de
uso por parte de los gobernantes de la fuerza bruta como conveniente
complemento para reafirmar el poder propio de quienes poseen la inteligencia
para aplicar las leyes que aseguran el bien del Estado. Esa fuerza bruta será
un buen complemento porque utilizada con inteligencia asegura el sometimiento
de los demás hombres y por tanto del poder.
Las teorías de El Príncipe siguen
vigentes no sólo porque Maquiavelo fue muy acertado al juzgar los
acontecimientos de su tiempo, sino porque lo que ha venido ocurriendo después a
muchos países y gobernantes no escapa a los lineamientos establecidos por él,
“[…] para evitar una guerra nunca se debe dejar que un desorden siga su curso”
(p. 12), y la historia reciente nos demuestra que los desórdenes no controlados
a tiempo siempre terminan en cosas terribles.
Como hombre muy propio de su tiempo, Maquiavelo
poco se fija en lo moralmente correcto al momento de darnos
sus consejos, para él el hecho de que un gobernante fuera brutal poco
importaba. Dividió a los príncipes en dos grupos solamente: los que conseguían
sus propósitos, que a la vez eran zorro y león, y que podían
carecer de virtudes pero aparentar muy bien tenerlas; “obligado el príncipe a
saber emplear los procedimientos de los animales, debe preferir los que son
propios del león y del zorro porque el primero que no sabe defenderse de las
trampas, y el segundo no puede defenderse de los lobos. Se necesita, pues ser
zorro para conocer las trampas, y león para asustar a los lobos” (p. 42); y los
que simplemente no conseguían sus propósitos, a los que criticó duramente.
En tal caso El Príncipe no es un manual
para hacer el bien, sino para hacer cosas grandes aunque estén cimentadas en la
crueldad.
El autor sin duda pensó sólo en crear un libro para
orientar a los gobernantes en su forma de proceder, pero El
Príncipe es hoy para muchos un manual de vida y en el mejor de los casos
para personas que estén en el poder, es una guía del éxito. Este libro
sigue vigente tomando en cuenta que cambia el mundo, pero el hombre en cuanto a
sus ambiciones, siempre es el mismo, El Príncipe seguirá siendo
un manual nada desdeñable hasta que el hombre deje de existir, si es que eso
ocurre algún día.
Maquiavelo considera que el hombre es perverso por naturaleza y que se mueve
entorno a intereses individuales en búsqueda de su propio bienestar. Su
ambición lo lleva a cometer acciones de distinta índole, las cuales pueden acarrear
consecuencias tanto favorables como desfavorables. Por lo tanto asegura que
el hombre es egoísta, que solo piensa en el mismo. Ante esta
concepción, Maquiavelo dice que es necesaria una fuerza dominante que sea capaz de imponerse sobre el
resto. Esta idea es la base del concepto de necesidad. Debe haber un poder que sea capaz
de mantener unido al estado, un cuerpo político que imponga su voluntad sobre
el resto.
En mi opinión este libro es muy recomendable de
leer porque el autor nos da entender cómo funciona el mecanismo político
y cómo los gobernantes pueden sacar provecho de él. Quienes les interese leer
este libro les servirá para educarse en la verdad, para agudizar su capacidad
de juzgar sobre lo político, su capacidad de acción y la responsabilidad de
preservar la libertad política.
Bibliografía.
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