lunes, 3 de marzo de 2014

Ensayo: La Mujer y la cocina.

Samuel del Rosario Larios.

Con el transcurso del tiempo el papel de la mujer es cada vez más importante y se ha vuelto parte fundamental en nuestra sociedad, pero aún existen muchos casos en donde se le da a la mujer un lugar marginal, en el cual, solo pertenece a una pequeña pieza de la columna social que normalmente es el hogar, en el que es limitada a labores domesticas sin participar en cuestiones que puedan desarrollar a la mujer plenamente y desplegar todo el potencial que ha demostrado tener reduciendo sus capacidades a “simples” labores hogareñas.
La idea de que el sexo masculino es superior al femenino supone cierta marginación de la mujer  en la sociedad. Antiguamente la mujer era considerada como un simple objeto, ya que no tenían los mismos derechos que el hombre, el hombre era superior a ella. Esto desgraciadamente sigue sucediendo actualmente: maltratos, cargos más bajos en los trabajos injusticias y todo tipo de distinción debido al género.
El llamado machismo corresponde a una forma particular de organizar las relaciones entre los géneros en sociedades, donde existen marcadas diferencias étnicas y raciales. También el machismo, ha sido definido como la obsesión del varón con el predominio y la virilidad que se manifiesta en la conquista sexual de la mujer; es un conjunto de leyes, normas, actitudes y rasgos socioculturales del hombre cuya finalidad explícita, ha sido, producir, mantener y perpetuar la esclavitud y sumisión de la mujer a todos niveles: sexual, pro creativo, laboral y afectivo.
Esto también depende de las diferentes culturas por ejemplo: las mujeres afganas se tienen que vestir de manera que no se les vea ninguna parte del cuerpo.[1]
En otras partes limitan o estorban el acceso de la mujer a la universidad, a la cultura o a los puestos de dirección; intentar q la mujer piense, viste o se comporte como el varón; considerar a la mujer como objeto sexual para uso y gusto del varón.
Según el norteamericano James B. Canel, hace ya casi tres décadas, definió esto así: “Es una exageración de la hombría en la que predominan la vanidad ostentosa, la bravata y un amor propio rayado en el narcisismo.
El machismo viene de muy atrás, sucedió en aquellos tiempos en los que algunos neopaganos reinventaron la palabra “ciudadanos” olvidando que la base de una comunidad feliz no puede ser el individuo, sino la familia. Se levanto entonces sin distinguir a los culpables de las victimas un monumento al ciudadano solitario, al gran hombre, al soltero, al pirata, bandolero,  al divorciado, a esa especie de vagabundo sin familia que vive en un mundo marcado por cosas tan poco femeninas como la ley y la política. Se comenzó así por menos preciar  y ridiculizar ese pequeño reino independiente que debiera ser cada familia. Y empezaron los hombres a salir de casa con otros aires, y a dedicarse a sus “asuntos” con la mentalidad moderna del “hombre ocupado” que no cuesta nada a su mujer. El padre de la familia se convirtió en el típico dominguero y la mujer siguió haciendo con amor lo que sabía, pero ya había empezado a perder a su hombre y transformarse en mujer florero.
En distintos ámbitos de la vida cotidiana podemos ver como se ve reflejado el machismo, como por ejemplo:
1- En el matrimonio: la poligamia es claramente machista.
En la práctica las leyes de divorcio son machistas, pues la realidad ha mostrado que la mujer  suele salir más perjudicada.
2- Aclaración del sacerdocio ministerial: En la religión católica solo los hombres pueden ser sacerdotes. No hay menosprecio pero si exclusión clara y a primera vista.
3-. Distinción para trabajos exclusivos del género masculino. En algunos restaurantes se prefiere que los que laboren sean preferentemente hombres, el arte culinario ha sido monopolizado por hombres que dicen ser los mejores en el oficio de la comida o por el simple hecho de la fuerza y habilidad que esta requiere.
Desde siempre la cocina ha ido de la mano con la figura femenina, pero solo como una forma en la que se encuentra en la cocina no de una forma profesional, sin embargo es bien sabido que las mujeres son las que han revolucionado el arte de la cocina con su peculiar forma de preparar la comida siempre adicionándole una pizca de ese ingrediente que solo la mujer le puede dar, el amor sincero y el cariño hacia sus seres queridos que alegremente vera llegar de un cansado día en la escuela o en el trabajo pero a pesar de todo eso, su trabajo no recibe el valor que se merece.
Relacionar a las mujeres de forma tan íntima con la comida es  un pensamiento retrógrado y machista. Sin embargo no es una elección. Es por eso nuestra percepción de que la mujer que no sabe cocinar es una inválida emocional. Preparar esas comidas que ya vienen listas para servir es un gesto de profundo desamor por la familia. Cocinar para otros es una prueba de amor y quien no cocina, para nosotras no quiere a nadie más que a sí mismo. Aunque sea a través de una ensalada rica o de una buena milanesa, la comida es afecto.
Un modo particular de concebir el rol masculino basado en el mito de los hombres por sobre las mujeres y en la autoridad que por derecho propio tiene sobre ella es argumentando una supuesta superioridad respecto a la mujer, concebida por el hecho que todo lo que pueda realizar la mujer es superado por el hombre, sirviendo únicamente en pocos aspectos que dicen, son muy simples, sin embargo, la cocina requiere un grado de habilidad muy alto.
“La mujer es un valor magnífico y sólido para trabajar en las cocinas del mundo que hoy apuestan por las culturas de cada lugar”. Dice Carmen Ruscalleda, una de las más prestigiadas y reconocidas chefs.
Por su naturaleza femenina por sus características psicofísicas y la gran creatividad que tienen, aportan y protegen los valores culturales de su entorno. Por lo tanto la mujer es un valor magnifico y solido para trabajar en las mejores cocinas del mundo que apuestan por la preservación de la cultura en cada lugar o la innovación en el arte culinario.
La mujer tiene entre sus manos la misión de culturizar a esos niños y niñas que están creciendo en casa,  de hacerles conocer el valor saludable y cultural de los alimentos de la cocina de su zona. Porque si ellos entienden, viven y perciben esos valores, cuando sean adultos y tengan una vida propia, se regirán por esos valores.
La hora de la comida en las familias es un momento muy importante, aunque ya casi no se vea esto, algunas aún se sientan  a comer y es entonces cuando comparten sus venturas y desventuras escuchados y consolados por la madre, que siempre sabe que un buen plato de caldo puede consolar ese frio en el corazón y que no hay nada mejor para levantar el ánimo que el postre después de la comida; la mujer es fundamental, no solo en el “proceso de producción de la comida” sino también en el contexto que se presenta después de preparar.
Ahora podemos saber que el machismo, puede constituir una “actitud” que tiene como objeto, más que la mujer ,lo femenino, es decir, todo el entorno simbólico que rodea la figura de la mujer en la cocina, el contenido de esta actitud está basada en el mito de la superioridad masculina, por lo que se puede argüir que es explícitamente negativo hacia las posibilidades de desarrollo espiritual de la mujer, y paradójicamente del hombre, que se constituye en una temprana victima de sus formas institucionales, que orientan la formación de los varones a la supresión de la expresión de la emocionalidad y la sensibilidad a causa de una homofobia por parte de los padres.



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